en el accidente de
existir
avanzar sin cinturón
ni tierra carcelaria
y este avance es boca abierta
tragándose los golpes, pies
recibiendo la fisura de
una piedra
la apertura pues es un
peligro:
hay quien se desnuda
ante el dolor vital del otro/
se emociona por suyo ese
dolor también y el genital de la sonrisa
y hay quien no penetra
más que la frontera independiente
de estar aisladamente
solo
con el dolor del mundo a
los kilómetros que dicten
las heridas resguardadas
y vestidas
lancé yo la protección
de la sonrisa
a los charcos no de agua
fui la sencillez diaria
de la piedra entonces descosida
cayendo por el
acantilado.
Ante aquel momento
los ojos de alguien, cobijados,
se callaron
observando tripas sesos estelares
y un montón de hormigas verdes desprendiéndose
pensando quizás, ya
tarde,
que hubiera valido el
amor y el desnudo compartido
de chocarse contra ella.
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