lunes, 8 de agosto de 2016

Conversación con el árbol Sombra (I)

No sé. No sé si entiendo bien eso que dices. Los lugares que yo habito nada tienen que ver con esas cuerdas o esas sogas o esas pequeñas muertes que, según dices, algunas personas se imaginan en ti. Me dices que no crees que quieran conocerte y es como si alguien pensara que tus manos llevaran cadenas afiladas o una piel como metálica, regueros de asfixias en tus dedos... algo así, un imposible en ti (porque con verte ya lo sé; y sí, te veo). 
Parece que esa gente está eligiendo el mundo con un velo de distancia entre los ojos. 
—Sí... Y yo sólo requería algún contacto, un dejar pasar el tiempo con la sensación de poder decir "otoño" sin estar sintiendo que también me estoy cayendo, no querer más durante tanto tiempo ése fugaz hiriente hueco, malditos pedacitos de vómito de miedo en mí, en la tripa o en el alma o en las palmas temblorosas de mis manos. 
Sólo quiero conversar como conversa el mundo. Nada tan fácil como eso. Un clic donde se enciendan —un poquito, tampoco demasiado— las horas donde no retumben los relojes henchidos de soledad absurda, demasiada absurda soledad inacabable. 
No me molesta estar tan solo. Pero aquí dentro —quizá tú lo sabes bien— hay como un impulso de raíces hacia fuera, un envite hacia la luz donde bucee algún deseo ya no en mí sino en lo otro. Otros ojos donde la voz sea como el mar cuando te escucha. Una playa, una vasta línea y un cuerpo ínfimo metido allí, tan vertical como el bastón de la esperanza.

0 Comentarios:

Luces

 
Con la tecnología de Blogger.