miércoles, 25 de abril de 2012

palabras que me dice el niño Alfred



Idiota. Arregla ya la puerta de tu cuarto, que soy pequeño y no puedo entrar. Estás encerrado y no sales a jugar. Idiota. ¿Por qué no juegas como antes? Me tienes un poco abandonado. Estoy aquí tan solo, en un lugar de tu cabeza… Encima vas y desdibujas la Rayuela, ¿y yo con qué juego ahora? Eres tonto. A veces pienso que te odio. Pero no te preocupes. Me gusta estar aquí, aunque seas un poco tonto. Eres un poco tonto porque te sientes más frágil de lo que eres: dejas que te marquen el camino para que digas lo que te pasa (con las palabras que se esperan de ti) cuando eres tú el único que lo sabe -aunque no lo sepas explicar del todo-; eres tú el que sabe salir y saltar con la vitalidad de un sol nuevo. Sabes jugar mejor que nadie. Yo he estado en otros cuerpos y en otros tiempos y espacios. Y hacía mucho que no encontraba a alguien que supiera jugar tan bien como tú. Pero te estás empezando a comportar como un idiota más, de los que caminan solos sin saber jugarse sus tristezas a otro juego; para alegrarse. Tú sabes hacerlo. Pero te paralizas. Por eso te llamo idiota y tonto. Soy pequeño, pero hace mucho tiempo que lo soy. Quiero decir que sé más cosas que tú. No seas tonto. Yo sé muy bien que eres un poco frágil. Como un jarrón de cristal fino. Yo procuro llenar el jarrón de tu cuerpo de pájaros que encuentren en ti los horizontes que yo siento (o he sentido, hace no demasiado); así, cuando estés en una caída (de las que tenemos hasta los pequeños como yo), te levantes volando; yo te puedo mostrar las pistas, pero no puedo hacer el trabajo por ti; tampoco lo van a hacer unas pastillas, ni unas cervezas, ni nada así… Es el momento de que vengas a jugar conmigo y de que sigas jugando sin miedo a que los demás te juzguen por jugar.
Anda… dibújame una rayuelita más, que me aburro.
Y venga… deja ya de alimentar tu tristeza con espejismos de felicidad y ábreme la puerta. Que sabes jugar. Ábrete la puerta. Que hay luz fuera. 




1 Comentarios:

Anónimo dijo...

cuánta ternura, que belleza esconden tus palabras...

Luces

 
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