el pie de la niñez dejó su surco encima de la arena, su relieve
de castillos hacia dentro,
un íntimo concierto en cada concha /abismal
toda la respiración del mar sobre la arena —el pie
escuchando aquí:
mis ojos reconocen ese mar lo esconde:
hay lágrimas que mojan hacia dentro,
como una concha abandonada retorciéndose en lo inmóvil:
silencio espiral de soledades caes y
nadie/
nadie escucha la escafandra de mí mismo en estas manos:
yo tampoco/ soy tan nadie como todos —me dejé lejos:
playa vacía de reencuentro.
¿qué rumbo de juego quiso dibujar aquel pie mientras volaba cometas de papel al aire?
¿qué sonrisa de música y de ola te devuelve desde ti a ti mism@?
¿qué memoria de tus pasos irás a visitar?
el agua se agranda el ahogo es lento pero aquí.
aun con esa asfixia he de volver /besar la arena
tragarla como el primer llanto
—enterrarme en esa sal
pisarla como el primer vértigo
—rebozarme en ese grito de honda paz si no hay resaca
y no volver a hacerme guerra con el miedo
avanzar de salto a salto entre columpios de futuro
y ola a ola
desdibujarme el grito/ con el agua hacer ínfimo camino, ser orilla.
hay una concha encima de la huella de mi pie
/dentro duerme un niño
A mi regreso,
¿en qué música hablará tras tantos años de asesinato y de sordera?
¿aún tendrá voz propia o será como los huesos yermos que sostengo en el espejo?