vi al pequeño Alfred en el metro.
al lado de su asiento
otra niña, que jugaba con su padre/
avivaba las sonrisas del vagón
con un juego de palmadas y canciones
Alfred
con la inocencia muerta del niño que conoce una muerte/
se despertó del fuego fugaz de aquella niña
y salió del metro
huérfano de juego, huérfano de magia.
vi al pequeño Alfred en el metro.
y ese día
el niño Alfred no era más que
un fantasma de cenizas.